No se explica. Tampoco que saltes de James Joyce a Megan Maxwell en cuestión de horas y que ambos te gusten, te transmitan.
Es curioso como a veces se acumulan varios libros sobre la mesa de noche y todos ellos con un punto de lectura más allá de la primera página. Y cómo te decantas por una historia más o menos frívola en función de la profundidad de la que acabas de terminar.
¿Por qué leemos lo que leemos? ¿Qué lógica siguen los gustos?
No se explica.